Un momento de alegría

El agua del mar te supo
Danzar, cuando la suave y delicada
Brisa solía pasar.

Era algo que a mi alma podía
Calmar, mientras te pintaba el paisaje
Que te quise y deseo regalar.

¿Recuerdas a la lluvia de aquel
Atardecer donde te abracé?, allí un Ángel
Buscaba una cobija para poderse
Proteger.

¿Y la noche asistida por ese
Brillante querubín?, éste me ayudaba
Para hacerte sonreír, donde con un
Beso me atabas a tu latir.

No creas que olvido al corto paseo
Allá en la calle de nombre desconocido,
Prodigioso momento donde tu mano y la
Mía se unieron y así protegernos.

En ese entonces sentirte fue
Mi alegría, única como la luz que iluminó
Ese mismo día, para darle vida a una
Hermosa fantasía.

Ya nada podía destruirla, ni mucho
Menos extinguirla, por aquello que aquí
Cita: ‘’el Sol es la flama que ni un
Diluvio apagaría’’

Después que te marchaste,
La misma felicidad me hacia soñarte, era
En un mundo donde pude por siempre
Amarte y nadie de ti separarme.

Por último no dejaba de pensarte,
Necesitaba volver a besarte, para no parar
De acariciarte y con el calor de mi cuerpo
Acurrucarte.

Por eso te fui a buscar, cosa que
Pude lograr y así desde mi verso recordar,
Esa vez que en un Bosque a tu lado
Logré pasear y a una cascada admirar, para
Nunca más ese momento olvidar.

La rebelión de un poeta ante Cristo

Jesús, por ahí se dice
Que tu padre es una ilusión
Dentro la misma realidad.

¿Dónde está?, quisiera
Desmentir aquello que dicen
Usando tu verdad.

He visto imágenes de santos
Para adorar, vírgenes amadas y alusivas
Para este mundo divido y llenado de
Pura maldad.

Pero la imagen de él, ¿cuál será?

¿¡Tú me la podrías mostrar!?
¡Hazlo!, para así poderte respetar.

Responde esto: ''¿Quién ha
Plasmado la sagrada escritura? Si
Fue un santo, ¿me podrías
Enseñar la pluma con la cual la escribía?''
Perdona mi blasfemia.

Se ha dicho que a tu padre
Lo buscan cuando hay dolor; si es así,
¿Por qué nunca te escuchó?

Solo tu madre te miraba sufrir,
Sus lágrimas se parecían a la sangre
Que salía de ti, al saber que tu vida
En la cruz llegaba a su fin.

Suplico que no me mires así,
Sólo te cuento la duda que carcome
Mi latir cuando cada noche intento
Dormir.

¡Óyeme, Cristo!,
¿Para qué nacer si dejaremos
De existir en un simple vaivén?

¿Será esto lo que en tu pasado nos quisiste decir?

Te lo recuerdo:
-Viniste a este mundo.

En él con el corazón obraste,
Queriendo a tu gente como nadie
Lo hace.

Tu soledad era la alcoba donde
Conversabas con tu padre, para transmitirle
Al mundo lo que te decía ese ser que es invisible
Y así lograr que la humanidad llegase
A tener un poco de fe.

Luego creaste a los apóstoles,
Donde uno de ellos salió para traicionarte
Y en esa cruz entonces dejarte.

Por último resucitaste, lo hiciste
Cual profecía divina que decía: ''la muerte
Será vencida''-

¿Acaso habrá vida después de la vida?

Quiero que me enseñes tu
Carne y tu sangre, para entonces
Esta lengua cortarme.

¡Vamos...!

Necesito creer aunque sea
En la imagen, que el hombre ha
Esculpido con su arte.

No sé por qué nos
Piden seguir tu pasión.

Es como un sueño
Sin motivo y sin razón.

¡Háblame!, que no me quiero
Marchar, ni mucho menos pensar, que el
Lamento que oyes de tus hermanos sólo
El eco lo ha sabido escuchar.

Tengo que retirarme,
Ya que aquí hablo con nadie.

Sólo que como
Siempre debo persignarme y así
La espalda luego darte.

Mírame y escúchame:
''En el nombre del padre, del
Hijo y del espíritu santo, amén''
Adiós...

Mi querida amiga

Desde que una vez se comenzó
A leer tu poesía llena de vida, la alegría
Aquí llegó para quedarse como el Sol
Que ilumina nuestros días.

Es una sensación tan sublime
Y única, que alagarte siempre con una
Dulce palabra, a todos les bastaba para
Decirte lo que sentían.

A ti que llegaste en compañía de los
Sentimientos expresados con amor, como algo
Que nos ha cobijado para darnos tu calor.

Cobija con la que se revive la
Ilusión, ésa que hace soñar y creer en
La belleza de tu noble corazón.

Dentro de ti habita la tranquilidad
De tu alma, ésa que es como el agua del río
Por la mañana, donde muchas aves
Se bañan.

Te miramos tal y como lo hacemos con el
Hermoso cielo, tan esplendorosa y majestuosa,
Junto con el paso de las nubes danzando
Con el soplo.

Tu escritura a todos nos abraza y
Nos cuida, así como una madre para
Los hijos que cría.

Ahora me siento digno,
Dichoso al dedicarle algo mío,
A la persona que tanto
Admiro.

Espero acepte lo que escribo
Y lo guarde para siempre en sus libros,
Donde recuerde al poeta y sus
Versos bien sentidos.

No lo olvides, contigo todos andamos
En este jardín, como flores para aromar a
Cualquiera que pase por aquí.

Siempre serás mi verdadero y único Ángel

Una vez apareciste en mi vida
Para darme alegría, me sacabas toda
Mi agonía para ofrecer una sonrisa,
Cuando la mañana era manchada de
Pura melancolía.

Recuerdo, que cada noche eras tú
La que me dabas compañía, cobijabas a mi
Corazón que de tristeza latía, por el dolor
A una lágrima que lo partía.

Fuiste esa magia que atrapaba a
Mi mirada perdida, le dabas brillo con cada
Palabra de amor en poesía, cuando ya
Decía que éste ni existía.

Mis anhelos se cumplían cuando
En tus besos sentía, me expresaban y
Decían, que era yo al único que tú
Querías.

No olvido cada caricia que a mi
Cuerpo estremecía y tu aroma de Ángel
Cuando en tus alas me tenías, para
Darme ese calor que en una ocasión te pedía.

Parecía que vivía en un mundo
De fantasía, donde la sombra de nosotros
Se escondía para así dar su paso a
Nuestra tierna melodía.

Para aquella vez ya ni sufría,
Contigo de verdad en el cielo me
Sentía por más que la distancia
Me alejaba como entonces lo hacía.

El mar con tus bellos ojos se expandía,
Mostraba a su paisaje junto con el Sol que a
Una rosa embellecía, para dártela de regalo
En un pasaje lleno de armonía.

La felicidad se tornaba infinita,
Era como las estrellas que una a una se contaban
En aquel firmamento que crecía,
Al amarnos como nadie lo hace hoy en
Día.

Ahora, quisiera mi verso terminar,
Con una frase que dediqué y en esta hoja
Volver a recordar, ésa que en una de
Mis prosas logré plasmar y a ti te hizo soñar.

Desde ella supe decirte:
‘’Mi verdadero y único Ángel’’
Así en mi mente quedaste y nadie
Podrá nunca borrarte.

Hundido en el rincón de tu partida

Aquí, en este momento ando
Cual hombre que a su amada está
Extrañando, cuando es el silencio
Que a lo lejos se la ha llevado.

Solo me deja a través de la nada
Con mi alma que vaga, como una sombra
Triste y agobiada.

Abandonada camina y con el latido
Que ya no quiere vivir, por la necedad
De saber de ti y así por lo menos
Ser feliz.

Sonreír a un nuevo amanecer,
Donde hasta las rosas puedan crecer,
Cuando escuchen a las aves cantar
Con alegría y mucho placer.

Saber que ya no veré a las
Estrellas brillar a su plenitud, dado
Por aquella lucecita que le quitaste
Y metiste en tu baúl.

Esclavitud donde los espacios
Se tornan tan vacíos, que ni una rata se le
Acerca para dejarle su pobre suspiro.

Destino del cual en lo oscuro
Me deja contando mis lágrimas ya
Derramadas, cuales gotas de aquella
Tempestad olvidada.

Demacrada mi cara al espejo se
Mira sufrir, cual reflejo expresando todo lo que
Puedo sentir al no tenerte junto a mí.

Resistir ese frío que a mi cuerpo
Puede envolver, no me deja siquiera el
Sueño tener, a falta de aquel cobijo
Que he logrado perder.

¡Escúchame mi luz!, ven a dedicarme
Algo de tu virtud, para entonces salir de este
Maldito ataúd.