Piedad

Por más que lo intento,
Dejar de pensar en ti no puedo.

Le pido a mi corazón que te borre, que
Olvide que eres la dueña de cada uno de sus
Latidos, pero es terco y se aferra a todo
Lo que todavía siente.

Ahora, la lluvia pasa a ser
Mi llanto, ése que aún no ha parado de
brotar, éste que me dejó separado de
Ti y sin nada para poderlo remediar.

Mañana, verás el rocío de un gris amanecer.

Hazlo, que allí marchitada estará
La rosa, que alguna vez te regalé.

No olvides, que aunque me duela
Siempre te amaré.

Eres el amor de mi vida y por eso es que sufro.

Por ahí, una promesa recordé, era ésa
Donde juré que el dolor no te haría padecer.

Dios, no merezco ni tu perdón, ya que
Te fallé, le hice daño a quien menos pensé.

No merezco ni mirarte, hasta creo que mis pies
Ensucian a esta alcoba de donde has escuchado al lamento
De la vida misma.

Por eso, ante ti me inclino y lo hago, para
Que cumplas con el castigo que en una ocasión
Frente ella te grité.

Te suplico, que derrames mi sangre sin valor,
La que perdió color y después se pudrió.

Quiero que te lleves a mi cuerpo a donde
Nadie lo vea, nada exista y así vague dentro
Del más crudo de los destinos.

Por favor, acaba con mi alma errante,
Espárcela por lugares donde siquiera el infierno
Se pueda ver.

Ya no quiero vivir, la pena no me deja dormir.

¿¡Qué puedo hacer para salir de este maldito rencor!?

Lo único sería morir, enterrarme y así
En el calvario execrarme y olvidar, este remordimiento
Que me a mi cabeza aplasta.

¡Oh señor!... Ahora que de verdad sentí al amor,
No me lo puedo sacar y me odio por eso.

No sé, si algún día vuelva a amar, ya que
Lo entregué todo y así como si nada, en un sólo
Parpadeo también lo perdí.

Ojalá, este último aliento te llegue mi
Señor, ya que no lo aguanto y quiero que esto
Se acabe para siempre.

¡Piedad...!