De temor tras temor, él dijo que pudo ver al cielo queriendo desahogar su dolor.
Mientras que el candelabro lo admiraba en su brillar tan soberbio, muy seguro de sí mismo, aunque por dentro como débil, había mirado a sus velas tristes y casi agonizantes.
Dice que fue como un síntoma de su silencio que se avecinaba, algo así como un búho que con su canto alertaba a su próxima víctima.
Observó a las cóleras que se iban y lo hacían danzar en su único bailar.
Por ahí se miraba él, como un borracho que bailaba enloquecido, despechado y con un sólo sentido.
Pareció que también vio a su camino marcado, hasta pensó que ése era su futuro bien escrito.
Sus señales las veía pintadas, aunque casi opacadas y ocultas detrás del mismísimo olvido.
El alcohólico antes de irse, relataba que en ese sueño se le reflejó a su cuerpo sin vida, éste olía mal y hasta estaba descompuesto por el tiempo que fue cruel al no darle ni un respiro.
También contaba sobre unos lobos aullando, decía que ellos notaron a la noche iluminada con su luna temerosa y calculadora en su propio brillo.
Decía ver.
¡Él Decía Ver!... A muchas lágrimas petrificadas, notó demasiadas gárgolas llorando por su exilio.
Ahora dijo recordar lo que le contó aquel majestuoso Árbol, él le decía ser fuerte y muy orgulloso, pero al verle sus hojas ya caídas, le pudo denotar a su pobre fragilidad.
Allá se miraba al poderoso Sol intentando llenar a la oscuridad, pero al ver que no podía hacerlo, lo sintió inútil y casi desvanecido, es que la sombra nunca faltaba, ya que sirvió como un refugio para el que se encontraba muy mal herido.
Al corazón que vio derramando su sangre, era fría, dolorosa y hasta parecía a ésa que humillaron por un sentimiento mal infundido.
Ya hay odio.
Ya hay demasiado dolor.
Esas fueron las palabras que en el delirio de su relato hizo saber.
Por desgracia eso lo logró decir antes de que lo encontraran en un Bosque tirado y con el revoloteo de muchas hojas secas sobre su cuerpo gastando el último aliento de su vida innundada con lágrimas de tanto sufrir.
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