El odio me hostigaba, era como un hombre
Errante en su dolor y que nunca encontraba
Paz en su triste vidorria.
Mi gimoteo era interno, nadie lo miraba,
Siquiera un mísero querubín que a la oscuridad
Iluminaba.
Parecía al León enjaulado, al Cristo
Castigado, al perro encadenado, no tenía
Una cura, ni menos la encontraba con
El ardiente sabor del agua de la
Lujuria.
Lo que buscaba no me bastaba, todo
Era pasajero como la marcha de una flama,
Que fugazmente se apaga.
Pensaba que sufrir era el destino, es que el
Destierro rondaba y lo hacia cada vez que me
Ocultaba en la sombra.
Nadie me entregaba su amor, aunque yo lo hacia,
Pero como siempre terminaba con el pálpito mal herido.
La muerte se avistaba en mi camino, ella
Apaciblemente me decía:
-Vente, no temas que yo vine para salvarte-
Al oírla, mi paso ya se marcaba, acabar con
Mi vida me remediaría.
De repente, a lo lejos, alguien con desespero
Me gritaba:
-¡No te vayas!-
Aquella voz a mi pasaje detuvo y así dejé que
Me alcanzara.
Ella me toma del brazo y en ese momento
Le pregunté:
-¿Por qué me detienes?-
Mientras le notaba su llanto en la mirada y
Con la voz algo agitada, ella sólo esto me dijo:
-No te vayas por favor.
Quédate conmigo, ya que con
Mi cobijo te puedo refugiar.
Siento a tu corazón que grita.
Sé que lloras, aunque con tu sonrisa
Finjas lo contrario.
Rendirte no es tu destino; más bien denotarías
Cobardía y si no la vences, aquello que realmente
Quieres nunca llegará-
Yo la miraba con asombro, es que jamás pensé
Que alguien me diría tales palabras.
Entonces, le pregunté:
-Y tú, ¿cómo sabes eso que yo busco?-
Ella con esa pregunta, me levanta la mirada
Y fijándola con la suya, algo me respondió:
-Porque yo soy la que buscas.
Soy la mujer que necesitas para amar, sentir e igual vivir.
Sólo te pido, me des ese amor que tanto deseas dar,
Ya que no lo defraudaré dándote todo lo que dentro
De mí tengo.
Seguro dirás, que frente a ti tienes un alucinógeno
Enviado por aquel terror, pero permíteme con mis besos
Hacerte saber que esto no es un espejismo-
Ya al terminar de hablar, ella profundamente me besa,
Hasta sentí que mi alma revivía y así creer que era realidad.
El espectro al ver lo que pasaba desaparecía.
El amanecer que estaba ocultado por su ropa negra, con un radiante
Sol nos daba su brillo.
Al final, ella me tomaba de la mano y así
Para siempre llevarme, donde el dolor
Nunca existiría.
Errante en su dolor y que nunca encontraba
Paz en su triste vidorria.
Mi gimoteo era interno, nadie lo miraba,
Siquiera un mísero querubín que a la oscuridad
Iluminaba.
Parecía al León enjaulado, al Cristo
Castigado, al perro encadenado, no tenía
Una cura, ni menos la encontraba con
El ardiente sabor del agua de la
Lujuria.
Lo que buscaba no me bastaba, todo
Era pasajero como la marcha de una flama,
Que fugazmente se apaga.
Pensaba que sufrir era el destino, es que el
Destierro rondaba y lo hacia cada vez que me
Ocultaba en la sombra.
Nadie me entregaba su amor, aunque yo lo hacia,
Pero como siempre terminaba con el pálpito mal herido.
La muerte se avistaba en mi camino, ella
Apaciblemente me decía:
-Vente, no temas que yo vine para salvarte-
Al oírla, mi paso ya se marcaba, acabar con
Mi vida me remediaría.
De repente, a lo lejos, alguien con desespero
Me gritaba:
-¡No te vayas!-
Aquella voz a mi pasaje detuvo y así dejé que
Me alcanzara.
Ella me toma del brazo y en ese momento
Le pregunté:
-¿Por qué me detienes?-
Mientras le notaba su llanto en la mirada y
Con la voz algo agitada, ella sólo esto me dijo:
-No te vayas por favor.
Quédate conmigo, ya que con
Mi cobijo te puedo refugiar.
Siento a tu corazón que grita.
Sé que lloras, aunque con tu sonrisa
Finjas lo contrario.
Rendirte no es tu destino; más bien denotarías
Cobardía y si no la vences, aquello que realmente
Quieres nunca llegará-
Yo la miraba con asombro, es que jamás pensé
Que alguien me diría tales palabras.
Entonces, le pregunté:
-Y tú, ¿cómo sabes eso que yo busco?-
Ella con esa pregunta, me levanta la mirada
Y fijándola con la suya, algo me respondió:
-Porque yo soy la que buscas.
Soy la mujer que necesitas para amar, sentir e igual vivir.
Sólo te pido, me des ese amor que tanto deseas dar,
Ya que no lo defraudaré dándote todo lo que dentro
De mí tengo.
Seguro dirás, que frente a ti tienes un alucinógeno
Enviado por aquel terror, pero permíteme con mis besos
Hacerte saber que esto no es un espejismo-
Ya al terminar de hablar, ella profundamente me besa,
Hasta sentí que mi alma revivía y así creer que era realidad.
El espectro al ver lo que pasaba desaparecía.
El amanecer que estaba ocultado por su ropa negra, con un radiante
Sol nos daba su brillo.
Al final, ella me tomaba de la mano y así
Para siempre llevarme, donde el dolor
Nunca existiría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario