La vida es bella, la vida es dura, la vida es una maestra, la vida es un aire, la vida es recompensable y hasta justa.
La vida es bella, pero muchos de nosotros que estamos en ella no lo sabemos, no vemos más allá del papel tapiz que cubre nuestros ojos.
Es cierto que ésta es dura por las pruebas que nos suele dar, muchas llenas de dolor, otras de alegría, tristeza y hasta el mismo odio.
A veces pensamos que porque la herida es incurable y el dolor termina siendo indomable, tenemos que juzgar a la vida tildándola de culpable sin saber que podemos reflexionar acerca de lo que nos pasa, pelear y darnos cuenta de que ella oculta algo más.
La vida trata de esto, saber luchar con su ley y sobrevivir, porque así como existe lo malo también está lo bueno.
No hay que olvidar que estos momentos existen y que sólo se darán de acuerdo a cómo estemos viviendo.
No se debe vivir en un mundo de fantasía, allí le das lugar a la cobardía, debemos tener los pies bien puestos sobre la tierra.
Si la vida no fuese bella, no sería maestra, no sería recompensable, ni mucho menos como un aire justa.
Maestra, porque nos enseña a no cometer los mismos errores permitiéndonos así pensar y creyendo en algo para luego actuar.
Recompensable, porque nos deja conocimientos después de haber vivido tanto lo bueno como también lo malo.
Justa, ahora, ¿por qué justa?, por todo lo ya dicho.
Aire, pues la vida es como ésta, que va y viene así como lo malo y también lo bueno.
Debemos aprender a vivir la vida a su total plenitud, ya que ella en un simple parpadeo se puede ir.
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